la fe de jesús

ESTUDIO ADICIONAL

La importancia de la Ley: Es la norma de la verdad (Isaías 8:20). La ley trasunto del carácter de Dios, ambos son: A) Santos (1 Pedro 1:16; Romanos 7:12); B) Justos (S. Juan 17:25; Salmos 119:172); C) Perfectos (S. Mateo 5:48; Salmos 19:7, 8); D) Eternos (Hebreos 13:8; Salmos 111:7,8).

Perpetuidad de la Ley de Dios. Dios es eterno (Malaquías 3:6), su Ley también es eterna (Salmos 119:152). Cristo no cambió la Ley, sino que la corroboró (S. Mateo 5: 17, 18; Isaías 42:21). La madre de Jesús y los discípulos también respetaron la Santa Ley (S. Lucas 23:56; Romanos 7:22; 2 Pedro 2:21; Santiago 1:25; 1 Juan 2:3, 7).
El cristiano debe guardar la Santa Ley. La Ley es de gran utilidad para la vida del cristiano (Romanos 2:18; Salmos 109:104, 165; Proverbios 3:21, 23; 6:23). La demostración verdadera del amor de Dios es guardar sus mandamientos (S. Juan 14:15, 21; 15:10). Los redimidos guardarán la Santa Ley (Romanos 2:13; S. Mateo 19:16, 17; Apocalipsis 14:12; 22:14; 1 Juan 2: 3, 7). Dios es quien nos ayuda a respetar la Santa Ley (Hebreos 10:16; 2 Corintios 6:16; S. Juan 15:5; Romanos 8:3, 4).

BENDICIONES QUE REPORTA GUARDAR LOS MANDAMIENTOS
El universo, creación de Dios, está regido por leyes naturales. Todo el ordenamiento social, comercial e internacional se rige por leyes. Asimismo, Dios instituyó leyes morales y espirituales. Las mismas son como las sabias disposiciones de un padre para la recta formación de sus hijos. “La Ley de Dios es el fundamento de ley natural ingénita en la criatura humana: reflejada en la razón humana se llama la ley natural; es la que da verdaderas fuerzas a las leyes humanas. Es la regla y norma de la libertad humana. Sin la Ley eterna de Dios las leyes humanas no pueden tener un apoyo moral”. Encíclicas pontificias T. II, p. 2495.

Es clara la enseñanza bíblica de la necesidad y conveniencia de respetar los santos mandamientos. “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos sino el que hiciere la voluntad de mi Padre” (S. Mateo 7:21). Siendo que Dios traerá toda obra a juicio, el todo del hombre es guardar los mandamientos (Eclesiastés 12:13). Se prometen ricas bendiciones a los que guardan la ley, tendrán paz como un río (Isaías 48:18). Mucha paz para los que guardan la ley (Salmos 119:165). Jehová te pondrá alto sobre todas las gentes (Deuteronomio 28:1).

LA LEY Y LA GRACIA
Nadie se salva por guardar la Ley, sino por la gracia redentora de Jesús (Gálatas 2:16). Sin embargo, la Ley tiene una parte notoria y necesaria en la salvación. Nos indica lo que es pecado (1 Juan 3:4). Como un espejo nos señala nuestra desesperada condición (Santiago 1: 23-25). Luego nos lleva a Cristo, quien nos salva (Romanos 10:4; Gálatas 3:24). Salvados, con la ayuda de Dios, respetaremos la santa Ley. Pues la gracia no invalida la Ley de Dios (Romanos 7:12; 3:31).

LA LEY DE DIOS NO HA SIDO ABOLIDA
Jesús enseñó con claridad meridiana la inmutabilidad de la Santa Ley de Dios (S. Mateo 5:17, 18). Por lo tanto, para no confundirse, conviene diferenciar entre la Ley moral de Dios que es eterna, y las leyes ceremoniales que representaban a Cristo y su sacrificio, y que, por lo tanto, caducaron con su muerte en la cruz (Colosenses 2:14; Efesios 2:15). Existen claros contrastes entre las dos leyes.

LOS SANTOS MANDAMIENTOS

Ley Moral
1. Es espiritual (Romanos 7:14)
2. Ley real (Santiago 2:8)
3. Dada por Dios (Deuteronomio 4:12)
4. Escrita en piedra (Éxodo 31:18)
5. Es inmutable (Salmos 111:7, 8)
6. No fue abolida (Romanos 3:31)

Ley Ceremonial
1. Es carnal (Hebreos 7:16)
2. Ley ritual (Colosenses 2:14)
3. Dada por Moisés (Levítico 1:1-3)
4. Escrita en libro (Deuteronomio 31:24)
5. Temporal (Hebreos 10:1)
6. Fue abolida (Colosenses 2:14)

Los mandamientos se encuentran registrados en Éxodo 20:3-17. Los primeros cuatro mandamientos se refieren a nuestra relación con Dios. Los últimos seis son dedicados a las relaciones con el prójimo. Nadie tiene derecho a cambiar estos mandamientos, tampoco nadie debe agregar o quitar algo (Salmos 119:152; Eclesiastés 3:14; Apocalipsis 22:18, 19). Jesús nunca autorizó a nadie a hacer algún cambio, al contrario, fustigó enérgicamente a quienes procuraban cambiar la Ley por la tradición humana (S. Mateo 15:3, 6, 9).